Así como algunos dicen que la electrónica perdió público, que pronto dejaría de ser masiva, que enhorabuena está mutando y siendo reinventada, hay quienes aprovechan estas premisas bastante extendidas para exhortar a la búsqueda, en circuitos reducidos –como ocurría al principio–, de nuevas experiencias que den cuenta de dicha reelaboración, lo que también podría leerse, desde un punto de vista más escéptico, como una incitación a comprobar si tal cosa existe.
El mash-up (superposición de dos o más canciones grabadas, terminadas, editadas, preferentemente conocidas, para conformar una sola unidad, utilizando la pista vocal o leit-motiv de una y la base de la otra), si bien no es algo estrictamente novedoso, puede considerarse como una original forma de expresión musical electrónica que aparenta encontrarse en expansión, por más que para un oído entrenado, sus potencialidades y límites puedan parecer dudosos; a lo que se suma el hecho de que muchísima gente ni siquiera sabe de qué se trata.
Como sea, el DJ y músico argentino Alonso Morning, quien reparte su tiempo entre la banda electro-pop Palangueto y sus performances unipersonales en variedad de locales nocturnos porteños, es uno de los numerosos talentos subterráneos cuyo trabajo de hormiga sobre este estilo emergente apunta a abrir un espacio en el panorama maquinoso actual.
Tal es así que, un año después de su debut Manteca al Techno, el artista vuelve a desafiar las estructuras armónicas de una variada serie de éxitos pop con este combo de tres extensas piezas plagadas de mash-ups titulado Alonso Morning contra los fantasmas, denominación que indudablemente constituye un guiño a la saga kitsch iniciada mucho tiempo atrás por Kiss, Mingo y Aníbal y los mismísimos Ghost Busters.
Ahora bien, ¿cuáles son los fantasmas a los que se enfrenta Morning? Probablemente los de las barreras genéricas y estilísticas, ya que lo que aquí se aprecia es una especie de orgía multitudinaria, digna de "Eyes Wide Shut" (Stanley Kubrick, 1999) pero sin máscaras, en la que participa, extasiada, gente tan dispar como Iggy Pop, The Verve, Los Abuelos de la Nada, Dire Straits, Blur, etc., los cuales se entregan sin chistar a los designios del DJ, quien se encarga de hacerlos copular con cualquier cosa, llámese cumbia, techno barato, techno caro, salsa, “El Tiburón”, música clásica o reggae.
Alonso Morning contra los fantasmas es una experiencia que no deja de ser interesante, divertida, y aun didáctica, a la luz del gran trabajo de búsqueda y hallazgo de coincidencias armónicas y rítmicas, varias de las cuales son realmente sorprendentes, amén de la dosificada multiplicidad de recursos (delay, filtros, pitch, etc.) que le otorgan a la obra un plus de profesionalismo.
Es posible, no obstante, que algún oyente encuentre una relativa dificultad para sostener el álbum durante una hora en el seno de la comodidad del living, lo que habla de cuán dependiente es la electrónica bailable de la vivencia directa, en el lugar adecuado y con el volumen adecuado.
Pero queda claro que poco y nada se le puede criticar a Morning como licuador de playlists, como revolvedor de las tripas de la música pop, e incluso es digna de saludar su osadía de incursionar en una disciplina de prácticamente nulo arraigo en el inconsciente colectivo, pese a la existencia de exponentes como Villa Diamante y la presencia, aunque desapercibida, de mash-ups en terrenos como el publicitario… y en los separadores de la cadena VH1.