1. Hombre en U
2. Buscando un ángel
3. Mantecoso
4. Muerto a laburar
5. Amapola del 66
6. La flor azul
7. Senderos
8. Jujuy
9. Caminando
10. Boyar Nocturno
11. Avanzando retroceden
12. Perro Funk
13. Todos
El descanso discográfico de Divididos ha sido tan extenso, que Amapola del 66 estuvo a punto de empezar a ser considerado el Chinese Democracy del rock argentino; con la salvedad que detrás de esta producción que finalmente vio la luz hace un mes no había un ermitaño megalómano recluido durante años y años en su lujosa mansión, haciendo y deshaciendo un disco que no colmó las expectativas de nadie, sino un par de tipos maduros y un joven baterista que en todo este tiempo no han dejado sin embargo de trabajar.
Pues bien, un disco desconcertante como Vengo del Placard de Otro (2002), última producción de estudio del grupo y recta final para la estadía de Jorge Araujo en el equipo, ameritaba una sucesión más amistosa para los oídos de una hinchada numerosa que a priori puede parecer reacia a los cambios.
Con Amapola del 66 las paredes de la habitación del oyente volverán a temblar, claro está, de la mano de esos potentes riffs y esa base robusta e inquieta, que le valieron el apodo al grupo. El fan volverá a recoger de las líricas reflexiones que persisten en la búsqueda espiritual; comprobará que en el vocabulario de Ricardo Mollo aparecen términos como “trascendente”, “redención”, “hombre-ilusión”, lo que de nuevo contradirá el carácter terrenal –barrial– que le sigue atribuyendo buena parte de sus admiradores. Y la trilogía folklórica que marca la mitad del disco (“La flor azul” –que incluye a Peteco Carabajal en violín–, “Senderos” y “Jujuy”) lo hará sentir, una vez más, que no hace falta ir a las peñas para escuchar música autóctona, o para concientizarse de la importancia de las reivindicaciones indígenas respectivamente.
Pero estas suposiciones dan cuenta sólo de una parte de la historia, ya que en Amapola del 66 parece haber alguito más. Tal vez un mayor énfasis en la épica (coherente con el promedio de duración de las canciones o la extensión general del disco), un cierta grandilocuencia, pared de guitarras mediante, que se palpa en toda la obra pero que se agudiza en temas como “Muerto a laburar”, en la pieza homónima, en el torbellino intermedio de la patada inicial de la placa, “Hombre en U”, o en “Boyar nocturno”, número extenso que incluye voces camarosas y un largo y afectado solo con slide.
Asimismo, la misteriosa y atmosférica “Avanzando retroceden”, cantada por Diego Arnedo, conecta al grupo con la psicodelia de los ’60, aunque ese fino pasaje espacial es rápidamente volado en pedazos por el estallido a lo Living Colour de “El perro funk” –por cierto, también cargado de humor– y la conmovedora “Todos”, dedicada a los chicos de la tragedia del colegio Ecos. Amapola del 66, pues, no supone ningún volantazo respecto de la potente musicalidad de la “aplanadora del rock”, aunque parece traer consigo una suerte de condensación de las posibilidades y restricciones de Mollo y cía. Pero para bien, ya que este LP, el primero con Catriel Ciavarella tras los parches, en definitiva exhibe a Divididos gozando de buena salud… ¡y con material jugoso para tocar en vivo!